Paseando un día por un mercadillo me acerqué a un puestecito
donde vendían broches de Fimo que me llamaron la atención. Eran muñequitas
especializadas en diferentes profesiones, pero mi caso no era muy común y no
pude identificarme con ninguna.
Por suerte tenían también algunas sin
determinar, y allí encontré a la que más se parecía a mí. Encantada me colgué
de la solapa a la rubita de los rizos con su vestido verde de tablas, y se vino
conmigo a casa.
Después de mirarla, remirarla, darle la vuelta y estudiar
el mecanismo de adhesión del broche a esa pasta desconocida para mí, sólo era
capaz de pensar: ¡¡ Ésto también lo puedo hacer yo!!.
Y así fue como empecé a
interesarme por el Fimo y su entorno. A los 2 días ya había hecho mi primer
pedido por internet, y un día después tenía la maravillosa pasta de colores en
casa dispuesta a dejarse modelar para que yo pudiera entretenerme y dejar volar
mi imaginación.
Jamás en mi vida había modelado arcillas poliméricas y no tenía
información sobre las técnicas. Sólo sabía que esa "plastelina" me
iba a dejar hacer lo que quisiera. No sé por qué extraña razón decidí empezar
por lo más difícil sin haber visto un triste vídeo informativo: Hacer mi primer
broche de muñeco.
Para ser la primera vez no fue tan desastroso, pero me sirvió
para darme cuenta de que quedaba mucho camino por hacer y demasiadas técnicas
por aprender.
Aquí os dejo al primer Carletes que entró en el horno, al
que después seguirían infinidad de creaciones más.